SIMPLEMENTE... TOLEDO

jueves, 7 de junio de 2012

INVENTANDO LEYENDAS: LA CHICA DEL CORPUS.

¡Muy buenas!. ¿Qué tal estáis?. Espero que muy bien. Como siempre, vamos con la anterior frase del día. En este caso, era "¡Forza Toledo!", el grito de ánimo para el club de fútbol de la ciudad: el CD Toledo.


Sin más, vamos a entrar en materia.


Como tod@s sabéis, hoy no es un día cualquiera para la ciudad de Toledo. Hoy es el día del Corpus, el día en que la ciudad se viste de gala para celebrar su día grande.


Con motivo de este acontecimiento, se nos ha ocurrido crear una nueva sección llamada "Inventando leyendas" donde iremos creando pequeños relatos que mezclen la fantasía y la realidad de la ciudad. Esperamos que os gusten.


El de hoy se titula "La Chica del Corpus" y sin más, os dejo con él.


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La Chica del Corpus.


Tras unos días de estresante ritmo en la gran ciudad, María decidió desconectar y marchar para Toledo, aprovechando la fiesta del Corpus.


Por Internet vio una oferta muy interesante. Un matrimonio alquilaba su casa en el Casco durante la Semana Grande del Corpus por un precio más que asequible.


Llamó y ambas partes alcanzaron un acuerdo, así que puso rumbo para Toledo.


El sol estaba en todo lo alto cuando María llegó a Toledo. 


El calor hacía acto de presencia y María agradeció la presencia de toldos por las calles.


Fue una de las primeras gratas sorpresas que le regaló la ciudad.




Llegó al bloque. Era un edificio de varias plantas reformado en pleno centro del Casco.


María pulsó el telefonillo y una voz respondió al otro lado. Cuando se identificó, la puerta se abrió y entró.


Al entrar pudo ver como enfrente de la puerta había un pequeño patio con abundante vegetación, lo cual daba frescor al ambiente.




Subió las escaleras de madera. Cada paso que daba, un crujido sonaba.


Llegó a la planta donde vivía el matrimonio. LLamó al timbre y se abrió la puerta.


Una señora de unos 60 y tantos años abrió la puerta. Iba muy bien vestida y maquillada. Nada más verla, le dio un par de besos y la invitó a pasar.


Se llamaba Sagrario y según contaba, esa casa había sido de su familia desde hacía muchísimo tiempo.


Echando un vistazo, María pudo comprobar que no mentía. Retratos de personas de otros tiempos inundaban las paredes y estatuas muy realistas el resto de la estancia, lo cual hacía que se sintiera observada.


Sagrario le enseñó las habitaciones. La vivienda había sido reformada hacía poco y tenía un aspecto inmejorable.


Salieron al balcón y aquí llegó lo que enamoró a María de esta vivienda.


Se podían observar todas las principales calles del casco engalanadas para el Corpus.


Era algo precioso, se sentía una privilegiada.


A este punto, María preguntó.


- ¿Y cómo es que se marchan ahora de la ciudad?.


A lo que Sagrario contestó.


- Hija, ya son muchos años viendo pasar la Custodia año tras año. Esto es como el que come Jamón Ibérico todo el año. Está muy rico sí, pero ya llega un punto en que te cansa. Eso nos pasa a nosotros con el Corpus.
Nosotros nos marchamos a la playita unos días a disfrutar ahora que nadie depende de nosotros.


Continuó charlando, contándole que todos sus hijos ya se habían casado y que para ellos la casa ya se les hacía grande, y que no la vendían porque tenían demasiados recuerdos en ella.


Estaban conversando animadamente cuando sonó la puerta. Era Pepe, el marido de Sagrario que había ido a por el coche para dejarle en la puerta y así cargar mejor todo el equipaje.


Saludó a María y dijo a su mujer que no se enrollara que había mucho viaje que hacer. Tras esto, cogió las maletas, se despidió de María y bajó para la calle.


Tras un "este hombre, como es" de Sagrario, María pagó el precio convenido por la casa y Sagrario le hizo entrega de las llaves de la vivienda.


Se despidieron y antes de marcharse, Sagrario dijo.


- Pues nada hija, disfruta mucho y pasátelo muy bien. Esta ciudad es increíble y mucha gente ha quedado enamorada de su magia, de su ambiente y se ha quedado aquí para siempre. A lo mejor también te ocurre a tí.


Y tras estas palabras, Sagrario sonrió y cerró la puerta.


María podía escuchar las quejas de Pepe que gritaba a su mujer desde la entrada, a lo que Sagrario le respondía con una sonora réplica.


Salió al balcón y veía como el matrimonio cargaba todo en el coche. Tras un buen rato, al fin consiguieron meter todo y arrancar el coche.


Pepe se despidió pitando y el matrimonio emprendió la ruta hacia su destino vacacional.


María se quedó un rato más en el balcón. Le encantaban las vistas, el ir y pasar de la gente, la mezcla de los turistas y los habitantes de la ciudad.


Entró en la casa, ya era hora de comer y María estaba hambrienta. 


Pensaba en salir a comer algo a algún restaurante, cuando sobre una mesa, vio una nota de Sagrario en la que le decía que no se preocupara por la comida, puesto que ella había preparado platos para ella, aparte de comprar alimentos y bebidas. No se lo había comentado para dar una sorpresa a la chica.


Fue a la cocina y efectivamente, en la nevera había comida suficiente para alimentar a un ejército. ¡Qué grande era esa mujer!.


Tras calentar unas carcamusas, María se dispuso a comer. Encendió la tele y puso un programa que trataba sobre el Corpus.
 


Se quedó maravillada con la grandísima historia y las ricas tradiciones que envuelven a esta fiesta. Estaba decidida a no perderse ninguna.


Tras comer, el sueño la envolvió por lo que decidió echarse la siesta en la cama que tenía preparada para ella.


Tras descansar, se levantó y decidió que quería patearse la ciudad. Sacó su cámara y salió a las calles de Toledo dispuesta ver todo.


Estaba encantada con la ciudad, disfrutaba con la luz y colorido de los faroles.






Con que hubiera vegetación en cualquier rincón.






Con que monumentos como la Catedral y el Ayuntamiento estuvieran más bellos que nunca.






Con Zocodover repleto de símbolos y estandartes.








También le gustaba ver que las gentes también eran encantadoras y muy cercanas. Algo que en la gran ciudad no era común.


En definitiva, le encantaba la ciudad.


Tras patearse todo, llegó a la casa. Ya era muy tarde, el tiempo había pasado volando.


Calentó un vaso de leche y junto con unas galletas se lo tomó y se fue a dormir.


Mañana empezaban los actos.


Al día siguiente, se despertó y tras ducharse, salió a la terraza que daba al patio. 


Le encantaba esa sensación de frescor de los patios toledanos.


Las personas que vivían en el bloque, poco a poco también salían al patio a tender la ropa o simplemente disfrutar del ambiente.


Fue saludada muy efusivamente por todos y cada uno de los habitantes del bloque, lo cual hizo a María sentirse como en casa.


Salió al balcón y allí estaban aquellas vistas que tanto le maravillaban.


La ciudad comenzaba a despertar.


Desayunó un café con pan con tomate, aceite y jamón y se puso en marcha.


Volvió a recorrer aquellas calles y pudo comprobar para su asombro como en el mismo lugar había algo que la anterior vez no vio.


Se quedó alucinada con las sorpresas que deparaba la ciudad.


Y llegó la tarde. Y con la tarde, llegaron los Gigantones y la Tarasca. 


A María le asombraban esas grandes figuras y cómo los niños se divertían con ellas.




Y con risas llegó la noche. Y con la noche, llegó el Pertiguero, persona que con una vara centenaria mide para que la Custodia no dé en los toldos.




Después de este acto, María recorrió la ciudad. Estaba maravillada con las luces de los faroles.




Los cuadros en las paredes.






Los tapices de la Catedral.




Era como vivir en un lugar de fantasía, donde la vegetación y el colorido reinaban. 




Un lugar que jamás podría olvidar, un lugar en el que no le importaría habitar.


Tras el paseo, se acostó y puso el despertador. 


Mañana era el gran día: el día de la Procesión de la Custodia.


Antes de que sonara el despertador, María ya estaba despierta. 


Salió al balcón y un olor la encandiló, el olor del tomillo por las calles hacía que se hasta se respirara mejor.


Desayunó y sacó una cómoda silla al balcón para no perderse ni un detalle de los preparativos y de la Procesión.


Veía a la gente correr de un lado para otro. Gente con el traje de los domingos se mezclaba con el turista que va iba con una simple camiseta. Era un día de contrastes.


Se empezaban a formar las primeras filas de gentes sentadas en las sillas, o donde pudieran, que deseaban que llegara la Custodia.


María estaba expectante por ver la Custodia de la que tanto había oído hablar aquellos días.


Empezó a sonar algarabía, la Custodia había salido de la Catedral y ya ponía rumbo hacia las calles de la ciudad.


María preparó su cámara, quería hacer la foto más bella que jamás se hubiera hecho.


Y de repente, allí estaba la Custodia.




María fue incapaz de hacer la foto. Quedó hechizada con aquella espectacular estructura dorada, con sus ricos detalles. 


Algo empezó a crecer dentro del corazón de María.


Decididamente quería quedarse allí, quería vivir para siempre, quería vivir cada segundo de esa mágica ciudad. 


Creía en su magia.


Y antes de que se diera cuenta, la magia de la ciudad de Toledo, aquella en la que tanto creía y que tenía sus raíces en la remota antigüedad, convirtió a María en estatua.




Cuando llegaron Sagrario y Pepe, vieron que la casa estaba ordenada. 


Al salir al balcón, Sagrario vio la estatua de María y no pudo evitar decir:


- Otra que se ha maravillado con la magia de Toledo. Pensarías que todos esos cuadros y esas estatuas eran familia mía. Pues no, son viajeros que están igual que tú. Este hechizo es antiquísimo y, como se puede ver, todavía funciona. Eres una muchacha especial y sé que te encantan estas vistas, así que, te dejaré aquí viéndolas para siempre. Siempre serás feliz.


Y así, sintiendo pero sin poder moverse, María pasó, pasa y pasará el resto de sus días, contemplando las maravillosas vistas de las calles de Toledo.


Cuentan que el día del Corpus, la estatua esboza una ligera sonrisa y que pequeñas lágrimas de emoción salen de sus ojos.
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Y hasta aquí, la historia de la Chica del Corpus. Esto es una leyenda...¿o quizá no?. 


Sea como fuere, toledan@s y visitantes, disfrutad de esta maravillosa ciudad y de su Corpus.




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